sábado, 3 de mayo de 2014


           KALONIKO-NYKUR
                             (UN POCO DE TODO)

                   UN DIA LLAMARON A MI PUERTA
                                     por Nykur

Un día llamaron a mi puerta. Abrí y había un amigo. Me dijo que una persona quería verme, una persona a quien gustaban mis escritos y que soñaba con saludarme para pedirme un favor. Y asentí con la cabeza como el que ya no espera sueños sentado y mirando a lo lejos desde su balcón. Giró hacia su derecha y observó a alguien fuera de mi vista. Hizo un gesto de mano y esperó muy fijo observando mis ojos, cansados ya de escudriñar el tiempo.

En pocos segundos apareció una joven cubierta de sonrisa y una luz en su mirada que me resultó familiar: esa luz que yo había buscado durante todos mis años vividos. Y me miró, como miran las flores, las nubes, como miran los seres que lo tienen todo y en el pecho  parece que huraños lo llevan guardado.

Aquella joven de largos y lacios cabellos me pidió que le enseñara a escribir como lo hacía yo y a cambio ella me enseñó que los seres se acaban, pero no la vida, que los cielos también se pueden tocar, que sin amor los caminos, aunque vayan repletos, no son nada.

Desde aquella tarde, de grises y azules, me encierro entre mantas y tejo el final de todos mis sueños girando con ella
en el mundo que muchos queremos tener, y espero con ansiedad que llegue a diario una y otra vez hasta que los verdes se queden por siempre, hasta que la luz se estanque
y se cierre tras ella la puerta que la guardará para mí, …
¡y que nunca más se vaya!


                  EL PARIR DE LA NATURALEZA
                                 por Kalóniko

¿Alguna vez ha presenciado usted el maravilloso acto que representa el nacimiento de un ser humano, de un cachorro, un polluelo, de algo como una flor, o quizás la transformación de una oruga en mariposa? Ese acto tan sublime se repite continuamente a lo largo de nuestra existencia, en la que vemos nacer pero también vemos morir. Este acto divino se nos presenta no sólo en los seres animados, sino en todo lo que sufre un cambio que de alguna manera viene a ser un nacimiento.

Le contaré la historia del nacimiento de unos gemelos que comenzó hace varios milenios, cuando EGEIS era una gran extensión de tierra que unía Europa con Asia y Africa. En aquel tiempo nadie pensó que un  día la fisonomía de las tierras conocidas cambiarían de tal forma que no habría sobreviviente para contarlo. Una gran parte de aquellas tierras se hundió y el vacío creado fue cubierto por las aguas del mar. Hombres, animales, plantas y construcciones desaparecieron para siempre, quedando sólo las cimas de las montañas más altas fuera de la superficie del agua como testigos mudos de la gran catástrofe, convirtiéndose así en las actuales y bellísimas islas del mar Egeo, allá en Grecia.

El cambio en la superficie de la tierra creó grandes grietas de las que comenzaron a salir piedras encendidas, dando inicio la temida y terrible actividad volcánica submarina de la zona. Ardiente lava expulsada de los cráteres caía en el fondo del mar una y otra vez hasta llegar a formar una isla redonda que llamaron STRONGHLI, conocida en el presente como THIRA o SANTORINI. Transcurrió mucho tiempo para que aquella formación fuera tan confiable como para poder habitarla, ya que después de otro hundimiento y erupciones volcánicas, la redonda isla quedó convertida en una media luna y el resto en una caldera, la más grande y bella del mundo.



Fue un 23 de mayo de 1707 cuando los azorados habitantes de la isla vieron el sublime nacimiento de los gemelos, hijos de la tierra y el mar. El primero emergió en medio del mar silencioso y cauteloso. Su enorme masa blanca crecía minuto tras minuto, sin ruido, sin erupciones ni terremotos, acomodándose en el lugar que le correspondía. Los isleños no podían creer lo que iba creciendo ante sus ojos. El arrecife de piedra pómez comenzó a elevarse cada instante hasta lograr su desarrollo total de 70 metros de altura. Este fue el primer parto que presenciaron los embelesados habitantes de Santorini. Nombraron a la isla ASPRONISI, que significa Isla Blanca. Pero venía el segundo nacimiento, por cierto muy diferente. Inició con una gran explosión volcánica que arrojó vapores y gases en gran cantidad. Al mismo tiempo, de las embravecidas aguas del mar comenzaron a salir rocas negras que muy pronto fueron unidas entre sí para crear la segunda isla. MAVROSINI (Isla Negra) crecía diariamente con gran velocidad y, como si mediara un pacto, se integró de golpe a ASPRONISI. Ya unidas, les fue dado el nombre de NEA KAMENI.

Hoy, más de 300 años después, los habitantes de Santorini cuentan la historia de ambos nacimientos sin olvidar que sus antepasados también fueron testigos de la muerte de una isla que nació el 29 de septiembre de 1650, desapareciendo a fines del mismo año. Su cumbre quedó a una profundidad de 18 mts. bajo la superficie del mar.

Esto nos demuestra una vez más que todo en la existencia tiene un lapso de vida y que se trata de vivirla … ¡nada más!
                 

PENSAMIENTOS DE LA SEMANA
                           por  Nykur

Mucha ley, poca justicia.
El dinero no tiene pies para irse. Nosotros se los ponemos.


                     POESIA, de Nykur

Hay rosas negras en mi memoria
de grises días sin luz ni sol.
(Camino seco de tierra yerta:
¿dónde llevaste mi Juventud?)

En esos días blancos de todo,
sembraba plantas en mi jardín
que florecían en primavera
con el arrullo de mis quimeras,
con el recuerdo de aquel abril.

Jugaba el viento con tu vestido,
aquel vestido blanco y azul.
(Camino seco de tierra yerta:
¿dónde llevaste mi Juventud?)

Y en las trescientas rutas del tiempo
me perdí un día sin un porqué:
y fueron días llenos de dudas
sin lunas blancas en las llanuras,
a la deriva como un bajel.

-Adiós –dijiste bajo los tilos-,
no soy quien sueñas, tú sí eres tú.
(Camino seco de tierra yerta:
¿dónde llevaste mi juventud?)

¿Por qué los parques tienen rincones
llenos de sombras que no se ven?
¿por qué las sendas no tienen meta?
¿por qué habrá niños que nunca juegan?
¿sabes por qué?


MODA para ti …

que eres activa … ¡te felicito! Nada mejor que una vida dinámica. Si dentro de tu actividad está el ejercicio, te aplaudo doblemente porque logras con ese ritmo una vida completa, vigorosa y prolongada, sobre todo al beber agua. Hay una errónea creencia acerca de no beber líquidos o mientras se practica gimnasia, o algún otro deporte. Mentira. Las células del cuerpo dependen de la circulación para conseguir la energía que necesitan, por lo tanto, cuando llegan a faltar los líquidos que bañan las células repercute en los músculos, que no podrán seguir con el trabajo que realizan, sometiendo al corazón a un esfuerzo adicional e infructuoso. Conclusión: entre mayor actividad, más líquidos.



Respecto al vestuario para tu ejercicio, es conveniente que sea el más cómodo posible. Evita la ropa muy ajustada, pues resta elasticidad al cuerpo y complica la circulación sanguínea. El modelo que diseñé para ti está confeccionado en algodón con un porcentaje mínimo de licra, que facilita el movimiento sin entorpecerlo. (no. 2)
                                                         Kalóniko

HOMENAJE A NUESTROS PEQUES, por Nykur
                              hoy:  “DIN“

  
Parco, reflexivo, pensador y con poca expresión, nunca pedía más, pero sí rechazaba si no le gustaba algo. Rara vez le vi jugar o luchar por ser el dominante del grupo, sólo se defendía. Era más bien independiente, con su clásico aire desconfiado del que jamás se quejó. Hábil para burlar con la mayor rapidez y facilidad a cualquiera. Aprendió muy bien el sistema del pensador: escuchaba sin escuchar y cuando uno terminaba de hablar, simplemente se iba, como si sólo pensara desde un principio en poder escaparse de nuevo al “corral“. No se involucraba en nada, así que carecía de problemas, pero en el fondo era taimado, por lo que siempre pasaba desapercibido. Hubiese sido un buen triunfador en la vida de los humanos.

                             UN LUGAR FELIZ
                                    por Nykur

El otro día, una pareja de amigos que vino a pasar unos días en el pueblo de rascacielos, me dijo que me invitaba a visitar una playa cercana. Inmediatamente pensé: “¿Qué playa? ¡Si ya las he visto y disfrutado todas más de una vez!“. Educado y respetuoso, acepté, así que a la mañana siguiente pasaron a recogerme. Como siempre que viajan, iban con su pequeño perro, al que parece que todos los días le inyectan sangre nueva por lo contento que se ve.

Fuimos a una playa de buena dimensión que está a dos saltos de aquí. Llegamos en muy corto tiempo. Nunca la había visitado y vale la pena, con un solo inconveniente. Se llama: “La Playa de los Perros“. Estoy seguro que ya se la imaginó. Está llena de perros por todos lados, de todas las categorías, razas, colores y sabores. Van, vienen, se buscan, me imagino que muchos ya se conocen de otras veces, ligan a destajo, algunos aprovechan el recreo para tratar de encargar algún bebé a la Cigüeña-Canina. En fin, dígame que ya tiene la imagen bien dibujada. Por un larguísimo rato me senté observando aquel Paraíso casi a la vuelta de mi casa. Fui por no negarme a mis amigos, pero en esos instantes ya me había subido el ánimo que a veces tanto nos cuesta levantar.

Me di cuenta de perros que, al igual que ciertas personas, estaban sentados con figura erguida observando la felicidad ajena. Y como todo lo que tenemos alrededor de nuestra existencia, tiene algo positivo que puede servirnos de aprendizaje, abrí bien mis ojos y mente hasta encontrar lo que aquel barullo de perros tenía para mí.

Cuando cualquiera saca su mascota dos veces cada día en los alrededores para que haga sus necesidades, es seguro que el perro encontrará a otro en su camino que, sin saber por qué ni tener razón alguna, se convierte en su enemigo. Ambos se miran con odio, toman aspecto de samurais y rápido desenvainan sus respectivas katanas para enzarzarse en una lucha en la que puede correr la sangre. Todo acaba antes de seguir cuando sus dueños salen echando chispas en direcciones opuestas.

Sin embargo, en aquella playa plagada de perros, donde sé que muchos eran samurais de nacimiento armados hasta los dientes, no había ni una pelea. Observé con una sonrisa cómo resolvían la situación cuando dos guerreros se encontraban en su camino de arena: sin ni siquiera olerse, los dos daban media vuelta para irse a revolcar con algún otro de los que saben que la vida, al final es muy corta, y que no vale la pena perder el tiempo en enfrentamientos y luchas tontas que siempre terminan mal.

Esa noche, aquí en mi casa y sonriendo para mis adentros, revisé dos veces la lección para grabarla bien.

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