sábado, 12 de abril de 2014


         KALONIKO-NYKUR
                            (UN POCO DE TODO)
      
   COSTUMBRES EN EL TIEMPO
                             (Una historia de amor)
                                      por Kalóniko

La cita fue convenida para mayo de 1887 en París. Toma y Tinka se unirían en matrimonio. Una boda aprobada por los padres de ambos y por ellos mismos, pues desde siempre los unía un lazo inexplicable fortalecido en el transcurso de los años. Compartían aventuras de niños y gozaban con los viajes que, como buenos gitanos, realizaban sus padres con la tribu, siempre en busca de cambios interminables.

Nunca fueron a la escuela, pero sus conocimientos del mundo los obtuvieron de sus padres y estos a su vez de los suyos. Ambos estaban aptos para emprender una vida matrimonial y continuar sus tradiciones transmitidas de padres a hijos sin mediación alguna de escritos. Ella, con 14 años de edad, ya sabía los secretos de la cocina, de la costura y el arte de la adivinación, y otro más complejo aún, el de mantener una relación siempre armónica basada en la obediencia.

Tinka soñaba el momento en que el jefe de su tribu, que en este caso era el padre de Toma, pusiera en una bandeja el pan, la sal y el vino, la acercara a los dos y recitara: “Igual que el pan, la sal y el vino se mezclan, igual se mezcla esta pareja y que no se separe“. Posteriormente haría un hueco en el pan, donde vertería un poco de sal y vino para luego tomar con sus dedos parte de aquella composición y darla a probar a los contrayentes.

Luego la bandeja sería llevada junto con la bandera roja de su tribu, hacia los demás invitados para compartir el pan, la sal y el vino mezclados. Después de esta ceremonia privada y familiar, formarían parte del rito masivo que el Rey de los Gitanos celebraría ahí mismo en París. ¡Cuánta emoción albergaba el corazón de Tinka! Toma por su parte contaba ya con 17 años. Experto en el oficio de hacer calderos de cobre, era un hombre fuerte y rudo, enseñado por su padre a resolver todos y cada uno de los problemas que se le presentaran, como: reparar las ruedas de su carreta, herrar a los caballos, empacar una y otra vez todas las pertenencias de la familia, desde el samovar, heredado por generaciones atrás, hasta los colchones y "perinas", junto a los cobertores esponjados de plumas de pecho de ganso. También el conocimiento más preciado, el de tener la intuición necesaria para conducir a la tribu a los lugares más adecuados y allí establecerse por un determinado tiempo, mismo que ellos ajustarían de acuerdo a las necesidades de su corazón aventurero.

Toma anhelaba que llegara el momento de compartir su lecho con Tinka, quien se convertiría en otra hija más de su madre, la que, aunque joven aún, tendría ya el derecho de delegar en su nuera la mayor parte de sus quehaceres, siguiendo la tradición que durante siglos ha guiado a los gitanos. Sentía felicidad de pensar en el momento en que compartirían el mismo techo con sus padres, a los que respetaba y amaba. Hacía poco tiempo que un hermano de Toma formaba ya parte de otro hogar, pero como él era el menor, se quedaría siempre al lado de sus padres con el deber intransferible de cuidarlos hasta la muerte. Tal veneración a los ancianos formaba parte de una de las reglas no escritas de los gitanos y castigada si no era cumplida.

Toma, al igual que el resto de su tribu, era amante de la libertad. Ningún espacio cerrado le era agradable. El sol, la luna, el viento, la lluvia, la oscuridad, el infinito, todo era gozado por su espíritu sin ataduras, sin medición del tiempo, ni de la distancia. Y aunque para él la vida sólo existía en el "ahora", se permitía el júbilo de observar vestida de novia a su prometida: con su traje de organza blanca con volantes en mangas y cuello y con una falda plegada de quince metros, salpicada de lentejuelas. La imaginaba viniendo hacia él, virgen, pura, bella y libre, brillando por los destellos de luz que chocaban jugando con sus collares y pulseras de oro.

A ella le inquietaba un poco la llegada del día en que celebrarían una ceremonia muy especial. Nadie le había dicho en qué consistía, porque estaba prohibido mencionarlo, pero en vísperas de su boda ella sería el centro de la misma y la responsable de que todos los participantes salieran llenos de gozo y orgullo. Y, ¿qué decir del sentir de la novia?  Para ella significaría un momento de gloria.  La ceremonia de comprobación de la virginidad se convertiría en el acto más importante de su soltería.

Pero acontecimientos extraños pondrían en riesgo en parte tanto sueño y felicidad. Entre 1844 y 1856 hubo un profundo cambio en la condición de los gitanos en Europa: la abolición de la esclavitud, principalmente de los rumanos y como consecuencia una oleada de migraciones a través de Europa y hasta América, primero en masa y después lentamente abarcando varias décadas hasta 1887. Todo lo que se oía del lejano continente, acabó impactando a Toma.  ¡El también iría a América con su esposa!

Pero la oportunidad llegó antes de tiempo. Dos barcos partirían hacia el Nuevo Continente unos meses antes de su tan esperada boda. Debía tomar una decisión. Por un lado tenía el inmenso deseo de ir a América, instigado por su espíritu aventurero. Del otro lado hervía la ilusión que mantuviera durante largos años, la de hacer a Tinka su esposa en una ceremonia en que el Rey de los Gitanos daría su aprobación. No descartaba la posibilidad del rapto. Era válido entre su tribu. Pero existía una promesa. El incumplmiento a la palabra dada entre gitanos era pecado grave.

El peso de sus tradiciones, el código moral y sobre todo el amor, le hicieron tomar la decisión: primero se casaría con Tinka y luego, juntos, esperarían la siguiente oportunidad para dejar Europa y conocer las maravillas que ofrecía América. Y como no hay plazo que no se cumpla: la boda se realizó en París en la fecha concertada y con las ilusiones realizadas. De Toma y Tinka salieron nuevas generaciones que al final crearon cuatro diferentes tribus más, las cuales se asentaron por períodos en diversos lugares del norte y sur de América. Y en todos ellos, la historia de amor de Toma y Tinka  fue repitiéndose interminablemente como pieza vital de la maquinaria gitana que nunca muere.

                           UNA POESIA, de Nykur

        Madre,
         cuando vuelva
         no me digas nada. Di tan sólo:
         -Hijo, la mesa está puesta.
         Teníamos el plato que tú preferías,
         ¿recuerdas?

         Madre,
         cuando vuelva
         no me abraces mucho ni me llores,
         ni digas que te has hecho vieja.
         Di tan sólo: -Hijo,
         la mesa está puesta.

Madre,
cuando vuelva
entraré en la casa
sin tocar el timbre de la vieja puerta.
No preguntes madre. Di tan sólo:
-Hijo, la mesa está puesta.

Madre,
cuando vuelva
y me digas “hijo,
la mesa está puesta“,
si me ves llorando, no preguntes madre,
di tan sólo: -Hijo, la cena se enfría, la mesa está puesta.

      
TRES PENSAMIENTOS, de Nykur

“Cada quien va buscando su propia esclavitud“.

“Si tú puedes hacerlo, yo también. Y si yo puedo hacerlo, tú también“.

“Por si acaso, no dejes para otra vida lo bueno que puedas hacer en esta“.

                       
                           UN MENSAJE,  por Nykur

No sé qué edad tenía, pero aún era pequeño para lo que hice. Desde mucho tiempo atrás sentía en el pecho esa inquietud y angustia que todos tenemos, y que nos obliga a buscar detrás del paisaje. Al principio lo pensé a ratos, después durante el día completo y por último terminé perdiendo el sueño con una  sola idea fija en mi mente. Me di cuenta que no saldría de ahí hasta saber qué escondía el mundo todo alrededor, y un día cualquiera de tantos metí en una caja todos los arraigos y ataduras con que nos engalanan desde que nacemos, pinté un gran sendero, me até las sandalias y comencé a caminar.

Cuando dejaba el país donde nací mi pecho se hizo grande, tan grande que en él cabía todo el mundo que iba a conquistar. En mis sueños incansables mi vi poderoso, con algo que los demás no tenían y con toda la experiencia del mundo dentro. Pensaba que al salir era más que cualquiera. En mi mente sólo había cosas materiales, grandes riquezas construidas por el hombre, y pensaba en volver algún día con todo eso y demostrar a los que se arraigan que yo estaba vivo, pero muy pronto me di cuenta que no tenía personas a quienes enseñarles lo que conseguiría puesto que ni amigos dejaba, ya que siempre me crié solo.

Desde las primeras experiencias confirmé que todos los países son bonitos y atrayentes en postales, pero que cuando vamos la realidad es otra. Comprobé que hay toda una diferencia en visitar como turista y sacar fotografías de todo ladrillo bien colocado a llegar como trabajador y mezclarse con el pueblo. Tal vez por eso algunos sólo visitan los países dentro de un grupo turístico bien planeado y dirigido, por miedo a lo que implica lo demás.

Al principio pensé que todo esto era muy difícil, y por eso mismo lo encontré demasiado interesante: llegar a otro país totalmente desconocido, con una lengua que no entendía, con bases casi diferentes a las que yo tenía … en fin, me sentía bien. Pero pasado cierto tiempo la angustia del principio volvía y para callarla debía comenzar de nuevo. Otra vez la maleta sobre la cama, un mapa extendido más grande que yo y el dedo y la vista buscando dónde ir.

No puedo contarle todo en este mensaje, pero le diré que después de tantos años de hacer lo mismo, de tanto buscar sin ni siquiera saber qué, y de tantas experiencias buenas y malas, el mar que todos llevamos dejó de batir en ocasiones para enseñarme el sol. Se perdieron las caras, los nombres, aquellos anhelos de navegar viento en popa buscando nuevas tierras vírgenes, y en logar de todo esto quedó algo muy simple, que la mayoría no descubre a lo largo de la vida por más que investigan.

Comprendí la procedencia de la angustia que a muchos pierde, por qué hay gente infeliz, por qué se separan, por qué no encuentran lo que quieren. Comprendí que buscando llegaría el momento en que lo entendería todo en un segundo, en cualquier país y en cualquier idioma.

Y les voy a confiar el secreto: para ser feliz, para buscar y encontrar sin necesidad de tener que pintar un gran sendero y atarse las sandalias para caminar, en lugar de malgastar la vida descubriendo tierras, debemos emplear los segundos para descubrir personas.

      MODA  para ti 
que te gusta nadar y te agradaría lucir tu figura en la playa o piscina, te doy la clave para convertirte en la
atracción del lugar a donde vayas.

Hay chicas que temen ponerse un bañador porque su cuerpo no es lo que ellas quisieran: cintura estrecha y caderas moderadas, aunque a otras no les afecta ni siquiera tener un abdomen prominente y ponerse un bikini. Todo es cuestión de gustos y seguridad en una misma. Sin embargo existen pequeños trucos o claves que pueden mejorar tu apariencia y uno de ellos consiste en la aplicación de RAYAS o LISTAS en tu vestuario.

Tomaré como ejemplo el traje de baño que diseñé para ti: si le colocas franjas negras que converjan en la cintura, el efecto óptico hará que la misma se vea reducida. El negro en los extremos del cuerpo logrará estrechar visualmente la parte de las caderas. Este efecto se logra porque el color beige o carne que usé para combinar, fijará la atención de quien observe –por razones de sensualidad- y el negro hará su labor de sombra en las partes requeridas.

Respecto a los bañadores de dos piezas o bikinis debes tener cuidado al usarlos pues si no gozas de una figura esbelta, lucirás antiestética. Por cierto, ¿sabes cuantos años tiene de haberse diseñado el bikini? Ni más ni menos que mil quinientos años. En el siglo IV de nuestra era, el bañador de las romanas consistió en dos piezas como nuestros actuales bikinis, según podemos comprobar con el mosaico romano encontrado en Piazza Armerina, en Sicilia, Italia.

¿Qué pasó entonces durante tantas centurias? Pues que transcurrida la época del imperio Romano, en que la higiene fue característica primordial del pueblo, la costumbre fue transformada para dar paso al exceso de ropa impuesta por la religiosidad.

¡Disfruta del sol! Pero guárdale respeto y toma las precauciones necesarias para que no te dañe.  (art. # 1)

                                                      Kalóniko


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